miércoles, 29 de diciembre de 2010

LA SERIE BATTLESTAR GALACTICA (2003): EL MUNDO ADULTO




Probablemente mucha gente se acuerde de aquella serie de ciencia ficción, que en España emitieron a finales de los 70,  principios de los 80, que se llamaba Galáctica, (como la enorme y deslumbrantemente sofisticada nave espacial que  la protagonizaba)  y en la que unos humanos  muy buenos luchaban contra unos robots malísimos (los cylon) que casi les habían exterminado, usando  unos  cazas espaciales superchulos que siempre salían victoriosos de todas las batallas (sí, algo  muy parecido a Starwars, tanto que incluso las respectivas productoras anduvieron pleiteando al respecto).

20 años después, y gracias al empeño de uno de los protagonistas de aquella serie (Richard Hatch, el Capitán Apolo), se gestó una nueva versión de Galáctica, en la que básicamente lo que ocurre es que los guionistas han decidido llevar al mundo adulto una  serie de ciencia ficción, eliminando cualquier concesión a lo ingenuo y siendo, por tanto, coherentes con los tiempos que corremos, donde da la sensación de que todos estamos de vuelta de todo. No seré yo quien haga un sesudo análisis de las metáforas del mundo contemporáneo (cualquiera puede ver el reflejo del mundo post 11-S en la serie) que encierran los argumentos principales y secundarios que se desarrollan a lo largo de las cuatro temporadas (más un par de películas centradas en partes no desarrolladas en la corriente principal de la serie, e incluso varios conjuntos de episodios “web” que duran escasos minutos, con lo que resulta difícil incluso delimitar el ámbito de lo que es la serie y lo que no), pero sí me gustaría resaltar los cambios que se producen en esta versión respecto a la de los 70 que son significativos para esa sensación de maduración de la sociedad a la que me quiero referir.

Así, los malos ya no son unidimensionalmente malos. De hecho, dejan de ser unos robots alienígenas para pasar a ser una creación humana maltratada y que se rebeló  en su momento (es decir, tienen una justificación para lo que hacen con la que uno tiene que contar). Estos nuevos cylon (dotados de una dimensión  moral que se plasma en una creencia religiosa de la que  son fanáticos)  llegan a crear, para que las cuestiones morales sean aún  más complejas, una serie de humanos artificiales pero idénticos, en todo lo relevante, a los humanos reales, algunos  de los cuales, llegado el momento, dudan si decantarse por un bando u otro. Para colmo, estos cylon-humanos se enamoran y tienen hijos con humanos. Por  tanto, uno, como espectador,  no puede sentir alivio cuando  alguno de ellos es torturado o directamente asesinado.

Los buenos, ya no son tan buenos. Todos  los personajes de la serie, incluidos los protagonistas que en la versión de los 70 aparecían como héroes inmaculados, tienen dobleces y reflejan sin tapujos su condición humana exhibiendo todos los defectos inevitables que nos definen (beben, juegan, se prostituyen, organizan mafias de mercado negro, usan la política para sus propios intereses, son crueles, egoístas, envidiosos, etc.) y el público tiene que simpatizar con ellos tal y como son. Una referencia auto irónica que refleja muy bien este nuevo punto de vista es que el mismísimo actor que hacía de Capitán Apolo en la serie de los 70 aparece en esta nueva Galáctica haciendo el papel de terrorista subversivo (lo que, al parecer, no llevó demasiado bien durante algún tiempo).

La tecnología ya no lo puede todo. En la ciencia ficción antigua, se podía resolver cualquier problema echando mano de unas máquinas todopoderosas que,  se daba por supuesto, eran consustanciales a una época futurista. Ahora tenemos una nave espacial  que estaba para el desguace y que tuvo que recuperarse deprisa y corriendo, unos cazas espaciales que, en su momento serían superchulos, pero que ahora se caen a pedazos y que funcionan sólo gracias a la habilidad de los mecánicos, una presidenta de la humanidad que se muere de un cáncer que no se puede curar y punto (y que es tratada por un médico que aparece siempre con un pitillo en la  boca), una situación en la que el uso de cualquier ordenador está limitado por el temor a los ataques informáticos de los cylon, y así una serie de circunstancias que, de nuevo, apuntan a un público maduro que ya no debe creer en los avances tecnológicos  como la panacea universal.

¿Quiere decir esto que la serie ha perdido en espectacularidad, que, al fin y al cabo, es la baza principal de toda ciencia ficción dirigida a un público amplio que se precie de serlo? No, en absoluto, tiene todos los  ingredientes necesarios para componer un espectáculo televisivo de primera magnitud. Es sólo que ahora todos tenemos 30 años más.

2 comentarios:

  1. Comencé a verla el año pasado por estas fechas, pero los exámenes y las clases hicieron que me quedara a mitad de la tercera temporada, retomando esta última a ratos en los meses posteriores. Curiosamente, uno de mis propósitos para este año era visionarla de nuevo desde el primer capítulo XD

    Es una serie muy buena (flipé con el final de la segunda temporada). Y sí, uno de sus puntos fuertes es el mostrar a sus protagonistas con sus virtudes y debilidades. Y si para colmo le sumas la espléndida labor de los actores (¡Dios, quiero ser como James Olmos!)... Lo curioso es que en España no tuvo una gran repercusión. Creo que sólo llegaron a emitirla por los canales autonómicos, ¿no? Recuerdo ver los primeros capítulos en la Televisión Canaria hace tres o cuatro años, cuando la serie todavía no había terminado de rodarse. Se ve que no tuvo mucho éxito, ya que no pasaron de la primera temporada. En fin, menos mal que siempre nos quedará internet :-)

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario (no sabía que habían puesto en la serie en las teles autonómicas, da la sensación de que hoy por hoy, esta serie es carne de canales de pago) y gracias por tu apoyo.

    ResponderEliminar