jueves, 30 de diciembre de 2010

CNN+: SEAMOS OPTIMISTAS

Hace unas semanas tuvo lugar en Italia un acontecimiento televisivo que dejó estupefactos a todos los analistas y expertos en televisión: un programa presentado por Roberto Saviano (el autor de Gomorra, amenazado de muerte por una “fatua” de la mafia) en la cadena pública RAI3 batió récords de audiencia  (un 25,4% de share). El programa incluyó intervenciones de figuras de la cultura italiana de renombre como Claudio Abbado o Roberto Benigni y no ahorró, al parecer, ninguna crítica al mundo del lado oscuro de Berlusconi, dueño de la productora (por la vía económica), de la cadena (por la vía política) y del país (por la vía mafiosa) y se estructuró a través de la lectura por parte de diversos invitados de una lista de razones para quedarse en Italia y otra con motivos para irse. Y la gente lo vio masivamente.

Esto constituye un motivo para la esperanza no ya en Italia, sino en España, porque, cualquiera que vaya siguiendo la secuencia de los acontecimientos se da cuenta de que nuestro país, desde el punto de vista televisivo, camina, con cierto retraso, por la misma senda que van trazando los italianos. Así, mientras ellos pueden estar divisando la luz al final del túnel del estercolero en el que se hallaban inmersos, puede que nosotros estemos hundiéndonos aún más en nuestra particular piscina de mierda televisiva, pero, con el tiempo, tocaremos fondo y empezaremos a subir a la superficie en busca de oxígeno. Por lo tanto yo, al contrario que la mayoría de la gente que ha comentado la dolorosa extirpación de la cadena de noticias CNN+ y el injerto en su lugar de GH 24 horas en la parrilla televisiva, soy optimista de cara al futuro.

Y es que prefiero ser positivo, porque si hace un año, por ejemplo, alguien me hubiera simplemente insinuado que algo como este cambio, que parece una especie de sacrilegio, pudiera tener lugar, probablemente, previo aprovisionamiento de todo lo necesario para vivir (es decir, varias toneladas de libros, series y películas), me habría recluido en el refugio antinuclear a resistir el tiempo que fuera necesario hasta comprobar con mis propios ojos que los niveles de radiación hubieran caído lo suficiente como para poder encender una televisión de nuevo. Pero, a pesar de todo, tengo la sensación de que la gente, poco a poco, se empieza a hartar de este modelo televisivo, y dado que, en este demencial sistema, si algo se deja de ver, aunque sea un poco, los anunciantes se van, los ingresos caen y se echa el cierre sin piedad por nada ni por nadie, es posible que dentro de menos tiempo del que pensamos, la purulenta “programación” de Tele 5 tenga que cambiar.

Aún así, hay algo en esta cuestión que me resulta muy difícil de entender, y es la clase de acuerdo de “fusión” que ha firmado Prisa con T5, en la que, al parecer, la primera ha tenido que, básicamente, claudicar en absolutamente todo (no descartemos que Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián y José María Calleja -este último como Baltasar, dado su cabello ensortijado- se vean obligados por dicho acuerdo a entrar en la casa de GH haciendo de reyes magos la semana que viene) y que lleva a pensar, simplemente, en que Prisa le ha vendido al primero que ha podido una división audiovisual que se le había convertido en ese apartamento en la costa del que ya no podemos pagar la hipoteca.

Os dejo, que tengo clase de italiano.

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