lunes, 27 de diciembre de 2010

QUE ES LO QUE FALLA EN LA PELICULA “ORIGEN” DE CHRISTOPHER NOLAN



Cuidado, parto de la idea de que algo falla, pero aún así nos encontramos ante una gran película, palabras mayores: un guión complejo (muy complejo), grandes actores, efectos especiales espectaculares y al servicio de la historia… Pero no es una película redonda y me propongo dilucidar por qué.

Después de verla en el cine lo primero que pensé es que me había perdido algo, mi atención no había estado a la altura de la exigencia de la película (gran exigencia, recordemos que Nolan es el autor de Memento, una de las películas que más atención requiere del espectador de los últimos años). Me había aturdido un poco (aunque siempre me aturdo algo en el cine, en todo caso), no había sido capaz de seguir el hilo a lo largo de la extensa duración de la historia. Me echaba la culpa a mi, por supuesto, la película no tenía nada que ver.

Pero la he visto por segunda vez y por fin me he dado cuenta de cuál es el problema. Porque la película tiene un problema grave que la lastra y que hace que no funcione adecuadamente: Nolan ha ejecutado un guión complejo y estructurado, donde, a pesar de a los niveles tan extremos a los que se lleva el hilo argumental, todo es coherente (dejando aparte los problemas de verosimilitud, pero es que si no, no habría películas), pero lo ha entreverado de otra película distinta, de algo que no mezcla bien. Me explico: la película funciona muy bien, incluida la acción (la persecución en Mombasa) hasta que el grupo pasa a ejecutar el plan. A partir de ese momento asistimos a la mezcla a la que me refiero: explicación compleja de lo que está pasando con acción de baratillo. No puede ser que en una película como esta, donde el espectador, gracias a la astucia de Nolan, está dudando en todo momento de si el protagonista está viviendo en el mundo real o no, donde la fascinante complejidad psicológica de su relación con su mujer podría dar para otra película, en fin, donde se abren tantas posibilidades y vericuetos (ese señor Charles, por ejemplo), se desarrolle a golpe de malos que no son capaces de darle a los pasajeros de una furgoneta con armas automáticas, estando estos dormidos, incluya la típica escena de “mi metralleta es más gorda que la tuya” (de la que el mismísimo “Gobernator” de California apostataría) o transcurra en su parte final en un escenario de acción paramilitar en la nieve que parece sacado de la película más añeja y ajada de James Bond, o donde, en fin,  la idea central del argumento sea la tópica relación del heredero (un personaje bastante patético) de un imperio empresarial con su padre.

Comprobar esto ha supuesto un cierto alivio, porque me he dado cuenta de que mi falta de concentración en el cine (aparte de un cierto déficit de atención con el que vengo de serie) se debía a que desconectaba automáticamente cuando la película se iba por esos derroteros, no porque no hubiera puesto todo de mi parte.

Luego está el tema de las elucubraciones varias a las que la película ha dado lugar: que si el final es feliz o no,  que si es todo un sueño o no, y si lo es, quién está soñando, etc.: en realidad da lo mismo, porque sea un sueño o no lo sea (parece que el director simplemente no deja caer la peoncilla del todo para que nos quedemos con la duda) el final sí es feliz, puesto que el protagonista vuelve con sus hijos, y se ha librado del recuerdo tormentoso de su mujer, y eso es lo que importa. Lo que es un verdadero enigma para mí es como, teniendo una joya de guión como éste, Nolan y los creadores que han trabajado en llevarlo a la pantalla no han tenido más imaginación en todos esos otros aspectos, como sí no hubieran tenido tiempo suficiente para redondearlo y hubieran tenido que sacar la película del horno demasiado pronto para servirla un pelín cruda a los espectadores.

1 comentario:

  1. Suscribo lo que dices: mucha complejidad conceptual y acción de baratillo. Es el problema. Saludos.

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