jueves, 13 de enero de 2011

DAVID SIMON: ANALYZING THE WIRE



Lo bueno (y también lo malo) de un libro formado por diversos ensayos sobre un mismo tema es que siempre habrá algo por lo que merezca la pena adquirir el libro entero. Será inevitable que la gente se repita y ocurrirá que cada uno desarrollará el tema llevándolo, con más o menos acierto, al terreno que sea su especialidad. Es el caso de este libro, The Wire: “10 Dosis de la mejor serie de la televisión” (Errata Naturae 2010), en el que dichas “dosis” son de intensidad y calidad variable, pero en el que las ventajas superan, con holgura, a los inconvenientes.

Así, la introducción de David Simon, el creador, guionista principal y productor, es una verdadera delicia para todos aquellos que hayan experimentado ese deseo natural de saber más después de ver las cinco temporadas (o las que hayan podido) de la ya, a estas alturas, legendaria serie sobre el trabajo policial en la ciudad de Baltimore, Maryland. Y es que Simon, en esta introducción (y en la siguiente “dosis“,  porque a pesar de que se presenta como un trabajo de Nick Hornby, éste no hace lo mismo que el resto de los participantes en el libro y su aportación se limita a una pequeña reseña y algunas preguntas al propio Simon, el cual contesta prolijamente) despliega una serie de perlas cuya sola recolección justifica, de sobra, la adquisición del libro entero.

Simon (con el que no podemos evitar simpatizar según le leemos) habla sin tapujos y critica sin miramientos el sistema televisivo exponiendo una verdad obvia que a veces se nos escapa: los canales convencionales venden publicidad mientras que los canales como HBO venden contenidos. Y esto es lo que da forma a la programación de unos y otros. De ahí que una serie como The Wire (que no podría vender nada, ni mucho menos estar patrocinada por ninguna marca) haya tenido cabida (no sin dar la correspondiente batalla, pero es que Simon es un guerrero) en ese extraordinario canal por cable. La principal motivación de la serie, el objetivo en torno al cual se fueron construyendo los guiones (y contratando a los guionistas) de todas sus temporadas (cada una en su terreno particular) es, básicamente, la denuncia social. Se quería, por encima de todo, denunciar la corrupción política, las motivaciones oscuras en el trabajo policial, educativo o periodístico, la dejadez que permite la decadencia industrial de una ciudad entera, en definitiva, los efectos reales del capitalismo salvaje a todos los niveles (y eso que el propio Simon se confiesa superado en sus previsiones por los acontecimientos que posteriormente llevaron a la gran crisis mundial cuyos efectos aún padecemos). Evidentemente esto no se puede llevar a cabo desde una serie policial convencional: si queremos explicar lo que pasa en la realidad, tenemos que contar la realidad, por eso la serie es tan diferente (y por eso casi se quedó sin audiencia tras emitir los primeros capítulos) y de ahí que los finales no sean, casi nunca, felices. En todo caso, según Simon, “The Wire es una tragedia griega en la que el papel de las fuerzas olímpicas lo desempeñan las instituciones postmodernas y no los dioses antiguos.” Los personajes que se atreven a desafiar a estas instituciones en la serie, “resultan invariablemente burlados, marginados o aplastados”. De aquí proviene la sensación de absoluta impotencia que experimentamos cuando vemos cada capítulo. Por supuesto que hay un montón de otras cosas (sobre el rodaje, los actores, los personajes, etc.) sobre las que habla Simon con las que uno disfruta y está deseando llamar a alguien para recomendar el libro.

Del resto de “dosis” destacaremos que hay un relato inédito de George Pelecanos (uno de los componentes del equipo de guionistas de la serie) que está más o menos en sintonía con el mundo retratado en The Wire, que hay una reseña de las vivencias personales que a propósito de la serie tuvo el criminólogo y escritor Marc Pastor (que tiene el morbo de enterarse de como reaccionan los policías de verdad al contemplar en la televisión, quizá por primera vez en la historia, una dramatización completamente realista de su trabajo, y que incluye una alusión sobre un tema que a mí me resulta particularmente interesante: ¿por qué en el panorama audiovisual español algo como The Wire es inimaginable?), que hay una especie de crónica, muy fluida (y bastante original, porque no es siempre complaciente) desde los rodajes a cargo de la escritora Margaret Talbot; que también están las aportaciones del profesor Jorge Carrión (profunda y con interesantes comparaciones con otras series) y la de Rodrigo Fresán, con su inconfundible estilo… Y luego están las de dos filósofos que elevan su análisis de The Wire a unas alturas, a las que yo, francamente, no alcanzo, poniéndola en relación con las estructuras de poder-saber del filósofo francés M. Foucault (en el caso de la profesora Sophie Fuggle) o con los conceptos griegos de fuerza, mito, etc. a cargo del profesor Iván de los Ríos (precisamente a partir de la cita que hemos comentado antes), alturas quizá excesivas para lo que, no olvidemos, es una serie de televisión.

Lo mejor que podemos decir, finalmente, de este recomendable libro es que, tras leerlo, es inevitable tener ganas de ver otra vez a Mc Nulty y los demás lanzando sus piedrecillas contra el muro de la incomprensión.

2 comentarios:

  1. Estoy en el segundo visionado de la serie, y al deslumbramiento inicial le ha seguido un deslumbramiento aún mayor. Todavía no doy crédito a que se haya podido crear una serie así: minuciosa, lenta, pesimista, realista hasta grados insoportables, con un análisis del Sistema como yo nunca había visto. Pienso comprarme el libro, por supuesto.

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  2. Te recomiendo el libro, porque precisamente, todas estas características que comentas de la serie hacen que uno se pregunte ¿cómo diablos se ha podido sacar adelante esta empresa?, y las cosas que dice David Simon contestan fundamentalmente esa pregunta. Gracias por el comentario.

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