jueves, 24 de febrero de 2011

FRANCISCO CAMPS: LA ÉTICA DE LA NORMALIDAD



Aunque casi nadie albergaba ninguna duda al respecto (y los pocos que las tenían deben hacerse mirar urgentemente ese nivel de ingenuidad), hasta el día de hoy el Partido Popular no había designado oficialmente a Francisco Camps candidato a la presidencia de la Generalitat Valenciana. A raíz seguida, el señor Camps (el mismo que trataba de “amiguito del alma” y “quería un huevo” a un procesado por corrupción, en una grabación telefónica efectuada por la policía en una investigación para el esclarecimiento de varios presuntos delitos, el cual procesado le aseguraba lealtad para muchos años, rectificándole inmediatamente el señor Camps para decirle que de muchos años nada, que “para toda la vida, hijodeputa“, conversación que es posible que, incluso literalmente, esté contenida en alguno de los capítulos de Los Soprano, con Tony en el papel de Camps) ha comentado que “la victoria de la normalidad, de la libertad, de la moderación, y del respeto a la justicia está garantizada”, refiriéndose, no a una eventual renuncia por su parte tras haber sufrido un inesperado ataque de ética, sino, a la que da por segura, victoria electoral el día 22 de mayo.

Y es que el señor Camps tiene la razón, punto por punto, en lo que ha declarado, y nadie le puede tachar de cinismo, que seguramente es la reacción más inmediata en la que algunos podríamos caer, sin un análisis frío y calculado de la verdad. Este análisis nos revelaría que, primero, su victoria electoral (de la que yo, personalmente, no tengo absolutamente ninguna duda, es más, no me sorprendería que consiguiera una mayoría aún más grande que la que actualmente tiene en las Cortes Valencianas) es la victoria de la normalidad, puesto que normal parece, hoy día, en España, que los políticos estén corrompidos, vendidos o comprados, según el punto de vista. Es también la victoria de la libertad, puesto que, efectivamente, también hemos llegado a un punto en que, después de ir traspasando fronteras poco a poco (como el amigo que un día te pide dinero y te lo devuelve, la siguiente vez te lo devuelve parcialmente o después de bastante tiempo y a la tercera vez se lo queda), existe libertad para que los políticos puedan aprovecharse de su cargo sin temor a que ello tenga ningún precio en el caso de que les pillen (sensación que me imagino debe ser como un sueño húmedo para cada vez más gente en esa situación). También gana la moderación, porque es verdad que en los tiempos que corren, extremistas son las personas que piensan que el juego político ha de ser limpio, talibanes que no admiten siquiera que uno se lleve de regalo unos simples trajes (que además no han podido servir para comprar a nadie, porque ¿quién se vende por unos trajes?, nadie, evidentemente, la gente se vende por cosas de mucho más valor que unos trajes, sobre todo un Presidente de la Generalitat Valenciana, no se si me entienden). Y finalmente, el respeto a la justicia está garantizado, puesto que yo puedo ser un presunto delincuente y no por ello dejar de respetar a la justicia o considerar a la justicia como uno de los pilares de nuestra sociedad, por lo menos para los demás.

Lo bueno que tiene todo esto, es que, esos periodistas de investigación que andan por ahí buscando información oculta sobre nuestros dirigentes, pensando que hacen una labor fundamental para la democracia, incluso consagrada en nuestra desfasada Constitución (la cual, por cierto, alguien tendría que ir pensando en reformar, aprovechando lo de eliminar la preferencia del varón sobre la mujer en la línea sucesoria al trono, y consagrar como un derecho fundamental el recibir cohechos o sobornos en caso de obtener cargo público, y desde aquí animo a los parlamentarios del Partido Popular a que den el primer paso) que es poner en conocimiento de los votantes a qué actividades se dedican las personas a las que votan, molestando en realidad, removiendo la mierda con el único fin de vender periódicos, van a quedarse, por fin, sin trabajo, o, mucho mejor, se van a reconvertir en periodistas del corazón, labor para la que tienen un curriculum inmejorable en un campo que va a estar cada vez más en auge.

Así que yo, la verdad, no veo cuál puede ser el problema, son todo ventajas. De hecho ya luzco en mi cara, desde este mismo momento, la misma sonrisa que exhibe el señor Camps en todas sus comparecencias, sonrisa llena de la misma luz que pintaba Sorolla sobre las playas de la querida Valencia, y que parte del convencimiento de que haga lo que haga, no importa. Ya estoy perdonado.



2 comentarios:

  1. Suscribo una por una tus palabras. No se puede contar mejor el absurdo del presente que vivimos. Enhorabuena. Saludos.

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  2. Gracias Atticus. No deja de ser un tema amargo. Mucho me temo que la "berlusconización" de España, es decir, el hecho de que la corrupción no tenga coste electoral, está empezando. Saludos.

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