jueves, 24 de marzo de 2011

INCENDIES: PASION SIN MEDITACION



Hay que pensárselo muy bien antes de hacer una reseña crítica (negativa) de una película  como esta (Incendies, Dennis Villeneuve, 2010). Por varias razones. Primero porque estamos ante una obra compleja,  con un tratamiento del tiempo narrativo no lineal que exige esfuerzo al espectador, que sólo después de ver la película, tras dedicar un rato a reflexionar y a juntar unas piezas con otras logra comprender el sentido completo de lo que ha contemplado en la pantalla. Segundo  porque es una película de la que no se puede (o no se debe) contar prácticamente nada del argumento si se quiere respetar a sus potenciales espectadores (haremos un esfuerzo). Tercero porque uno, a pesar de que tiene claro que se trata de un film no logrado, simpatiza con sus intenciones, desea que la gente reciba el mensaje que destila: lo increíblemente absurda que es la violencia y las situaciones increíblemente absurdas que puede llegar a provocar.

Pero, también, uno, si se pone a hacer crítica de cine, ha de ser honesto, y si lo que ha visto no le ha gustado así es como lo debe reflejar en su reseña. Y, honestamente, Incendies no me ha parecido una buena película, porque tiene tantos problemas, incurre en tantos fallos (de guión, de casting, el lastre de su origen teatral...) que toda la obra queda malograda. Vamos a empezar por el principio: en Quebec, dos hermanos gemelos (para cuya interpretación se ha escogido a dos actores que no se parecen entre sí absolutamente nada, y de los cuales, a pesar de su teórica procedencia árabe, una tiene el aire afrancesado perfecto para interpretar a una joven quebequense media y el otro es clavado al James Spader de Sexo, mentiras y cintas de vídeo), son hijos de una mujer, interpretada por Luzna Azabal, árabe (libanesa, aunque, en principio, y, según explica el propio director, se pretendía no concretar el país de Oriente Medio sobre el que gira toda la historia, para mantener un tono apolítico en cierta medida, pero esto no es más que otro de los absurdos de la película, porque no se puede buscar la ambigüedad sobre algo que es blanco, en botella, viene de la vaca y lleva lactosa), la cual, a su muerte, les delega la misión de encontrar a su padre y a su otro hermano con el fin de entregarles sendos sobres que contienen unos mensajes que sólo serán desvelados al final. El rastro de estos familiares se perdió hace tiempo por el caos de la guerra en el que su país de origen ha estado sumido durante muchos años.

Al mismo tiempo, la película nos va mostrando, mediante flash-backs, la tremebunda historia de la madre, su periplo a través de esos escenarios de una guerra civil fraticida e insoportablemente cruel, una historia con la que el espectador sólo puede hacer dos cosas: sentarse y disfrutar (me refiero, y siempre que no les pase lo que a mi,  desde el punto de vista artístico, porque lo que se cuenta es horrible) o sentarse y preguntarse si es que nadie se da cuenta de los innumerables sinsentidos que están en la base de lo que nos están narrando (desde la primera escena de la historia de la madre, que no tiene ni pies ni cabeza, pasando por el papel del notario que entrega a los hermanos los mencionados sobres, que parecería miembro de una hipotética ONG “Notarios sin fronteras” y cuya extraña presencia, y la de su colega libanés, es necesaria para tratar de explicar de alguna manera como van sucediendo cosas inverosímiles, o el periplo de la protagonista por un sur del Líbano en plena guerra, sola, a pie, persiguiendo un imposible, la forma arbitraria en que se salva de morir en el autobús, y su posterior puesta en contacto con el alto mando de uno de los bandos y su papel oculto en el otro, sin necesidad de explicar el cómo, las escenas en que se habla de matemáticas que, al no significar nada, se disuelven en el aire como el humo de un cigarrillo... y aquí lo dejamos, no por falta de material, créanme, sino porque me parece que queda demostrado lo que quiero decir y no debo revelar más de la película).

Podríamos tolerar todo esto si el núcleo duro de la película funcionara, si, al menos, los cimientos soportaran el terremoto de inconsistencias. Pero es que los cimientos se derrumban también cuando, por ejemplo, hacemos una película sobre una mujer supuestamente muy fuerte que no demuestra ni un sólo rasgo propio (de carácter, de personalidad) de esa fuerza en toda la película, ni tampoco sabemos en ningún momento de donde sale la entereza que tiene para resistir y acometerlo todo, simplemente nos lo tenemos que creer (como lo de que el país podría no ser Líbano). O cuando, al final, nos damos cuenta del sinsentido principal sobre el que se basa todo, que, por supuesto no voy a desvelar, pero que nos hace sospechar que la pasión que el propio director confiesa por la obra de teatro en la que se basa la película debió de ser muy superior a la meditación que elaborar un guión coherente exige, y que, en consecuencia, en algún momento, a sus autores, se les fue de las manos. Mala suerte.


4 comentarios:

  1. Hola alex, soy aquella que en un principio te dió tanta caña, con lo de lo pretencioso que parecías y tal tal, he estado siguiendo tus entradas y aparte de parecer que tienes todo el tiempo del mundo para ver cine, teatro y encima leer libros a cual más puntero, (serás un crítico de algún periódico camuflado?) bueno en fin, aparte de lo rarito que me puedas parecer, te diré que efectivamente yo he visto la película un poco atraida por el comentario de Carlos Boyero que normalmente estoy de acuerdo con él y es mi mentor a la hora de ir cine, porque con lo caro que es y encima tragerte un bodrio, pues que quieres que te diga, pues me acordé de él y bastante, estoy totalmente de acuerdo, y es más ya que escribes con cierta ironía que me hace gracia, yo te animaría a que la destriparas entera al espectador para ahorrarse unas pelillas e irse de cañas y para poner las cositas claras, falsa desde el principio hasta el final,me horrorizo un poco de pensar que coincido contigo en muchas críticas porque reconoce que casi todas son negativas, pero te animo a seguir. Me gustas.

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  2. Olvidada está, querida seguidora Nines, la caña que me diste (y que en todo caso serviría como acicate para mejorar). Ojalá este fuera mi trabajo real, créeme, porque esto, digan lo que digan los que realmente se dedican a ello, no es trabajo: es diversión.
    Es verdad que Carlos Boyero, al que yo también suelo hacer caso asiduamente, elogió esta película en su momento, y seguramente esa fue una de las razones (junto con lo que, casi unanimemente, la gente tiene escrito por ahí) que me llevaron a verla, pero, humildemente (salvando, por supuesto, todos los abismos que hay entre él y yo) te digo que, cada uno tiene su forma de ver las cosas, y que en este caso coincido, por lo que veo, más contigo que con él. Es cierto, la sensación es de falsedad, porque la falta de coherencia hace de la película algo artificial, una especie de teatrillo de marionetas.
    Y en cuanto a que la mayoría de mis críticas son negativas, la verdad es que no me he puesto a contarlas, pero te diré que me han gustado más películas de las que comento (Valor de Ley, El Discurso del Rey, Two Lovers, entre otras).
    Gracias por los ánimos, tú también me gustas.

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  3. Gracias, David, pero me dan un poco de repeluco los comentarios de escritores muertos (sobre todo si se me declaran y todo)

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