jueves, 3 de marzo de 2011

I'M STILL HERE: JOAQUIN PHOENIX DESBARRANDO



El señor Joaquin Phoenix, después de marcarse una de las, probablemente, mejores interpretaciones de toda su carrera en Two Lovers, se dejó convencer por su cuñado (ay, los cuñados) Cassey Affleck (hermano de Ben Affleck, y casado con una hermana menor de Joaquin), para anunciar al mundo que dejaba de ser actor para intentar convertirse en cantante de rap, cosa que efectivamente hizo en octubre de 2008, apareciendo después en el show nocturno de gran audiencia de David Letterman, en teoría como parte de la promoción  de Two Lovers, pero en realidad dando muestras de habérsele ido completamente la olla (luciendo una barba y un pelo completamente enmarañados y descuidados, gafas oscuras y una repentina incapacidad para encajar las bromas más bien inocentes del conocido presentador acerca precisamente de su aspecto y de sus sorprendentes intenciones), y mientras tanto rodar un, así llamado, falso documental (mockumentary), presentado en el festival de Venecia de 2010, con el que, básicamente, según explicó en una posterior visita a ese mismo programa para aclararlo todo, trataba de hacer ver a la gente lo imposible de que un reality show no tuviera algún tipo de guión (refiriéndose a los programas televisivos americanos tipo “Hell’s Kitchen”, el famoso programa del Chef Gordon Ramsey, en los que se producen situaciones en las que, simplemente, el hecho de que haya un cámara delante condiciona la realidad que se está filmando -lo cual me lleva a pensar en que filmar la realidad se parece, en este sentido, a la indeterminación de la mecánica cuántica, con perdón- y que aquí podrían tener equivalentes en programas tipo “Supernanny”, en el que se pretende hacer creer al espectador cosas como que un niño pequeño asume con naturalidad el hecho de que a la hora de acostarse, en su propia habitación, estén metidos un señor con una cámara y otro con un foco).

Bien. Pues el producto de todo este lío, el niño al que se da a luz en este parto, el famoso falso documental, no es ni más ni menos que una de las películas más aburridas de los últimos años. Es verdad que yo la he visto conocedor de todo el asunto, y que probablemente, por lo menos, al principio, creer que lo que se está viendo es cierto, podría darle a la cosa algo parecido al interés. Pero en muy escasa medida, créanme. Porque lo que nos ofrece esta pareja de “cuñaos” consiste en una serie de escenas en la supuesta nueva vida de Joaquin Phoenix como cantante hiphopero, tan milimétricamente diseñadas para parecer reales, que, efectivamente, parecen reales, es decir, son caóticas, desordenadas, incomprensibles, indiscernibles, están mal montadas, mal rodadas, desenfocadas, etc., con lo cual siembran el desconcierto al principio, sí, pero hasta que se agota la paciencia del espectador (el cual, si es de los que no se sabía el tomate previamente, y tiene tan sólo una pizca de sentido común, se da cuenta a los cinco minutos que lo que está contemplando está planificado de arriba abajo), y esto ocurre muy, pero que muy pronto, y su interés desaparece completamente. Que Joaquin Phoenix quiere rapear porque le sale de muy dentro: pues vale. Que quiere que los demás le respeten y le aprecien por esta nueva faceta artística: genial. Que para ello embarca a varios socios y amigos que más bien parecen estar simplemente viviendo a su costa: estupendo. Que viene Ben Stiller a su casa para ofrecerle un papel y lo rechaza y acaban casi insultándose: de nuevo genial. Y así toda la película: nos quedamos fríos. Incluso las famosas escenas con las prostitutas o esa en la que al pobre Joaquin le defecan en la mismísima cara (madre mía, como pudo haber gente que tras ver esto creyeran todavía que era real), es posible que nos las hayamos perdido por habernos quedado dormidos, y aún siendo conscientes de ello, despiertos de nuevo por una canción que suena en la película, la verdad, no nos apetece rebobinar para buscarlas.

Y es que volvemos a lo mismo de siempre, a un mal que es fácil de detectar en el cine (y en otras muestras de creación) contemporáneo, y es el pensar, erróneamente, que una sola idea, por muy genial (genialidad que no es el caso, si uno lo analiza fríamente, de I’m Still Here, porque esta historia tiene algo de aquellas inocentadas que llegaron a alcanzar altos niveles de sofistificación que se hicieron en la televisión hace unos años, y que lo único que demostraban era que, efectivamente, cuando se ponen todos los medios para engañar a la gente, se la engaña, que es como demostrar que la cabra tira al monte) que esta sea, hace una película (o una novela, etc.), y que lo demás viene rodado (nunca mejor dicho). Así que, señor Phoenix, se ha permitido usted el lujazo de hacer su gamberrada, de desbarrar un poco. Muy bien, jajajá, nos hemos reído todos mucho. Ahora, por favor, vuelva a su trabajo. Gracias.

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