miércoles, 16 de marzo de 2011

COMPARACIONES ODIOSAS: EN EL CENTRO DE LA TORMENTA Y WINTER'S BONE



En el año 2009, al director francés Bertrand Tavernier (un cineasta experimentado, autor de algunas películas notables, como El Capitán Conan) le dieron un buen presupuesto, un par de actores de primera fila de Hollywood (Tommy Lee Jones y John Goodman), capaces de sacar adelante por sí mismos, como han demostrado, producciones inferiores a su altura, un guión basado en una novela que era un valor seguro, obra de un autor, James Lee Burke, que ha hecho más o menos famoso a su detective de la Louisiana cajún Robicheaux, con la posibilidad de utilizar los escenarios fascinantes y misteriosos que ofrecen la zona de los swamplands, y le dijeron que rodara una película. Pero esto del cine no es, ni muchísimo menos, como las matemáticas, y lo que le salió, con todas estas cartas ganadoras en su mano, fue, por decirlo suavemente, una película fallida, en la que todo (la atmosfera, la trama, las relaciones entre los personajes, la deriva sobrenatural…) parece hundirse lentamente en las aguas pantanosas que encierran los misterios del condado de Nueva Iberia.

En el cine negro de calidad, la lírica, incluso la épica nace de manera natural, es una sensación, a veces incluso incómoda, que se va acumulando en nuestros huesos a medida que nuestro detective (o policía, o sheriff o lo que toque) consigue atar los cabos sueltos que los crímenes que investiga van dejando, hasta llegar al momento final en que, sin que nosotros casi nos demos realmente cuenta de cómo, todo queda expuesto, explicado y aclarado, momento en el que soltamos toda esa tensión acumulada. Por el camino, nuestro héroe nos habrá enseñado (quizá al mismo tiempo que él las ha aprendido) un par de cosas sobre la naturaleza humana, sobre cómo el mal anida en las mentes más impensables, o como el bien puede provenir de las personas más inesperadas, por ejemplo. Pero en El centro de la tormenta todo esto es artificial, se nos intenta vender, es impostado. Desde el primer momento en que surge una voz en off (recurso con el que siempre hay que tener mucho cuidado, porque precisamente suele llevar al resultado que aquí estamos poniendo de manifiesto) en la que, sobre unas imágenes planas, se nos intenta convencer de lo melancólica que estaba la tarde o lo bellos que se veían los árboles, nos damos cuenta de que las cosas no van a ir por el camino correcto, sensación que se confirma en cada escena en que aparecen esa surrealista pareja de actores estrella que se supone que están rodando una película por los alrededores, y que mantienen una relación con el protagonista tan delirante y absurda que nos llega a provocar cierto sonrojo.

¿Por qué comparar esta película con Winter’s Bone, una producción independiente de bajo presupuesto con una temática más cercana al realismo sucio? Porque quiero poner de manifiesto como, en el cine, la atmósfera, la credibilidad de los personajes y sus relaciones o el desarrollo de un guión no necesita de imposturas cuando se tienen las ideas claras. En Winter’s Bone todo, absolutamente todo (y, créanme, hay escenas verdaderamente sobrecogedoras) lo que ocurre (quizá con la única excepción del hecho de que los hermanos de la protagonista sean tan adorables) parece realidad (y el hecho de relatar una historia “realista” no es garantía de nada, al contrario, cuántas películas desbarran precisamente por pretender ser realistas) y precisamente por eso nos conmueve tanto. Nos creemos la historia punto por punto, y asumimos perfectamente el hecho de que una adolescente de 17 años, con una madre en estado catatónico, un padre huido y dos niños pequeños a su cargo, viviendo casi de la caridad de los vecinos, sea capaz de enfrentarse a la mafia de la droga de su pueblo para defender a su familia. 


Pero es que todo tiene su por qué, y para darse cuenta no hay nada más que fijarse en que, mientras en El centro de la tormenta el único actor que parece saber que es lo que hace es Tommy Lee Jones (al pobre John Goodman le veo completamente fuera de sitio, si bien esto puede ser culpa mía y deberse al hecho de que le tengo identificado con el Creighton Bernette de la serie Treme, que se desarrolla precisamente en los mismos escenarios que esta película), en Winter’s Bone, hay actores que parecen haber nacido para el papel (por ejemplo John Hawkes haciendo del tío de la protagonista, que a veces da la sensación de ser un actor natural que hubieran sacado de una de las cabañas de la zona), a lo que hay que sumar  detalles como que Jennifer Lawrence, la protagonista de este extraordinario film, se integró en la comunidad de las montañas de Misuri antes del rodaje, o que el propio autor de la novela en la que se basa el guión fue convencido para ayudar a buscar las localizaciones de la película, o que antes de ponerse manos a la obra, la directora, Debra Granik, convenció a una familia para que se dejaran filmar en su vida cotidiana durante una temporada, etc. etc.

Winter’s Bone fue nominada (además de ganar otros prestigiosos galardones) para el Oscar a mejor película (dios me libre de afirmar que esto es garantía de nada, pero aún así…), mientras que En el centro de la tormenta (que en EE.UU., con esos actores y esa, a priori, atractiva propuesta, no se llegó ni siquiera a estrenar en cine, pasando al DVD y sólo en una versión recortada) se llevó el premio del Festival de cine policial de Beaune (Francia). Ustedes mismos.


2 comentarios:

  1. No he visto En el centro de la tormenta, pero me creo completamente lo que dices sobre ella (y mira que Tavernier tiene películas que me parecen redondas). Sobre Winter's bone, completamente de acuerdo. De lo mejor que llevo visto este año. Saludos.

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  2. No seré yo quien te la recomiende Atticus. Al pobre Tavernier, a sus años, le han metido en un lío. No creo que sea el culpable único del desaguisado y de hecho escribió un libro sobre el rodaje (por lo visto muy complicado) en el que reparte estopa a diestro y siniestro. Gracias por el comentario.

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