domingo, 10 de abril de 2011

INSIDE JOB: ASIGNATURA TRONCAL



El mundo económico moderno es una nube de información confusa que nos tapa la claridad del cielo. A veces, de esa nube, comienza a jarrear esa información en forma de agua, y nosotros corremos para protegernos y no acabar empapados. Pero otras veces, el agua cae en forma de lluvia fina, es información que podemos asimilar, con la que no nos importa mojarnos poco a poco, suavemente. Inside Job (Charles Ferguson, 2010) es fina información diseñada para ser comprendida, de tal forma que, cuando la nube pasa, el sol del entendimiento vuelve a lucir sobre nuestras cabezas.

Lo primero que uno se pregunta mientras contempla esta extraordinaria película documental (cuya visualización debería considerarse asignatura troncal en las escuelas de economía, para que los diseñadores del sistema económico del mañana tomaran nota de las terribles consecuencias a las que lleva la ambición y la codicia desmedidas)  es cómo se las han arreglado sus creadores para colocar en frente de las cámaras a los que, como ya veníamos sospechando (políticos liberales de soborno fácil y codiciosos banqueros sin escrúpulos caminando de la mano por un sistema del que se han eliminado, aplicando una ideología perversa, los ahora considerados molestos controles que los hombres más prudentes del pasado habían instaurado después de la experiencia acumulada tras varios cracks económicos anteriores) y la propia película confirma, son los mismísimos causantes del enorme desaguisado que hundió el sistema financiero estadounidense a finales del 2008, arrastrando con él al resto del mundo y provocando un desastre cuyas verdaderas dimensiones aún hoy no somos capaces de medir por estar plenamente inmersos en sus catastróficas consecuencias.  Y es que realmente son estos tipos (no todos, de una buena parte se nos informa de su renuncia a participar en el documental, los más astutos de entre los astutos, podríamos decir) a los que vemos titubear, tartamudear, mirar al entrevistador con ojos de súplica o perder los nervios y enfurecerse, mientras son objeto de sencillas preguntas acerca de los porqués de sus actos u omisiones cuando ostentaban el poder de decisión o se les hace notar con naturalidad desarmante lo contradictorio o directamente lo falso de sus explicaciones frente a las cámaras, es decir, frente a nosotros.

Como cabecera del documental aparece en pantalla lo siguiente: “La crisis económica global de 2008 costó a decenas de millones de personas sus ahorros, sus puestos de trabajo y sus casas. Así es como esto sucedió”. Y después, comienza la lluvia fina a partir del caso islandés a manera de prólogo, un país que es algo así como una especie de maqueta a escala de lo que ha sucedido en estos años a nivel mundial. Vemos como una política gubernamental permisiva (o directamente cómplice) con el sector financiero hizo que éste, como unos niños que se ven solos en una casa llena de golosinas, se inflara adquiriendo préstamos sin base real (ayudados por las calificaciones excelentes que sus bancos recibían por parte de las tenebrosas agencias de calificación estadounidenses), creando una burbuja a partir de la nada, hasta que en septiembre de 2008 la burbuja estalla y con ella la entera economía islandesa. Bastaron unos años de permisividad para que unos cuantos inconscientes arruinaran para muchos años una sociedad que era una especie de utopía de facto, sin paro, basada en la energía limpia y con uno de los índices de desarrollo humano más altos del mundo (hoy mismo sus exasperados pero comprometidos ciudadanos han decidido en referéndum no rescatar a sus bancos de las deudas que mantienen con los inversores extranjeros).

Con esto en la cabeza viajamos al centro del huracán. En EE.UU., a partir de la Administración Reagan, una serie de personajes caracterizados por ser lobos (procedentes de la aristocracia financiera) al cuidado de las ovejas (las leyes del sistema) se dedicaron a favorecer los intereses de los lobbys bancarios (es decir, los suyos propios, puesto que todos acaban infaliblemente sus carreras trabajando en esos grupos a cambio de remuneraciones estratosféricas) y no pararon hasta el estallido de la gran crisis tres décadas después (favoreciendo la desregulación, la concentración bancaria y permitiendo la extensión perniciosa de los llamados productos derivados y, entre ellos, la clave de todo el asunto, las proliferación de las llamadas hipotecas “subprime”, es decir, préstamos de alto riesgo a personas que probablemente resultarían morosas, pero que eran troceadas, empaquetadas, disimuladas y vendidas arteramente a confiados inversores que veían como las agencias de rating las calificaban como seguras), y lo que es más asombroso todavía, siguen ahí con la actual administración Obama, que ha sido incapaz de hacer nada materialmente importante para modificar las bases que nos han llevado a esto (que cada uno saque las conclusiones que quiera acerca de las decepciones a las que inevitablemente parece que nos han de llevar todos los políticos que han sido y serán).

La calidad del trabajo de producción del documental se pone de manifiesto cuando vemos desfilar ante nuestros ojos a políticos y autoridades económicas de primer orden mundial (como el presidente del FMI o la ministra francesa del ramo, ambos mostrando cierta estupefacción, creíble sólo hasta cierto punto, por lo ocurrido), o  personajes como el inevitable gurú George Soros (al que nunca parece abandonar una mueca cínica propia de quien sabe que su reino no es de este mundo) o, por ejemplo, un economista del banco más grande del mundo, el Citygroup, confesando sin empacho que los bancos quieren ser cuanto más grandes mejor para tener más poder y, llegado el momento, necesitar ser rescatados para no quebrar. También (y estos son quizá los más importantes) contamos con los testimonios de una serie de expertos que fueron capaces de prever la crisis que se avecinaba con antelación y a los que, por supuesto, nadie hizo caso en su momento, personas que comprendieron la situación y supieron cuáles iban a ser las consecuencias.


Inside Job (que está narrada por Matt Damon y ganó el oscar a la mejor película documental) nos habla de bancos, finanzas, derivados, mercados y bolsa, de economía abstracta en definitiva, pero lo hace de una forma tan clara, tan coherente y ordenada, que nos mantiene atentos y concentrados, exultantes cuando somos conscientes de estar comprendiendo algo complejo y verosímil. Háganme caso: cierren sus paraguas y dejen que les caiga un poco de lluvia.

2 comentarios:

  1. Excelente análisis. Dan y no dan ganas de ver el documental: dan ganas por la calidad del producto, y no dan ganas por el mal humor con el que uno se imagina saliendo del cine. Saludos.

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  2. Gracias Atticus. Inside Job está siendo el típico éxito boca-oreja y no me extraña nada. Si algo saben hacer los norteamericanos es convertir lo complejo en algo asimilable, y créeme, aquí lo hacen muy bien. Te lo recomiendo sin dudarlo, y a todo aquel que tenga una mínima curiosidad y quiera, por un momento, iluminar esa habitación oscura que es el funcionamiento económico del mundo.

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